Amiga:
Aunque no lo creas, te aseguro que esto es una carta de amor o al menos hecha con amor. Esta misiva es sobre todo aquello que alguna vez hemos callado porque sencillamente creemos que es demasiado pronto, de lo que escribimos en los márgenes de la libreta con una letra incomprensible ; unas veces porque la tinta no alcanza y otra porque las lágrimas sobran.
No pienso hablarte del corazón, ese músculo persistente y fiel que ignora que es acusado de las peores atrocidades y de las mejores locuras. Eso sería perder el tiempo, las páginas y siendo completamente sincera: la razón.
Quiero hablarte de mi mente, de aquello que se que está ahí, que tiene un nombre que conozco tan de sobra como el mío, de aquello que está despierto incluso cuando digo “te quiero”, de eso que es mi conciencia y que me dice que está bien y que está mal, que me recuerda en cada instante que aunque lejos, estás cerca.
Soy una amante incorregible de todas las locuras que he hecho a razón, de las que he llevado a cabo siendo consciente de las consecuencias, aún a sabiendas del inevitable después.
Amo ser terriblemente consecuente con lo que hago y digo; y si mi forma de amar fuera irracional y loca, posiblemente querría menos. Porque siempre tendré a quien culpar cuando las cosas no salgan bien, y la suerte será un muro inquebrantable (...) sencillamente por existir.
Por eso: Aprende a serle fiel a tus errores, a no olvidarlos simplemente porque el resultado no fue el que esperabas. Equivocarse forma parte de la aventura. Porque para vivir intensamente tienes que ser tu misma incluso cuando no te apetezca serlo, en especial, cuando no te apetezca serlo.
No permitas que te hagan sentirte menos que nadie, cada cual es único en el mundo; ni mejor ni peor sencillamente ÚNICO.
No lo olvides
